Quién piensa como vive, no vive como piensa.

Hace mucho tiempo escuché una frase que, sola, por su propio peso, se acomodó en mi memoria. No recuerdo quién la dijo, de lo que desprendo cierta falta de afecto. Ambiguo, en la proximidad de la frase, apareció el nombre de San Martín. Y así quedó, guardada en mi junto al nombre de San Martín. Hasta hoy.

Por la mañana, a la espera de la apertura del paso a nivel, di con José Saramago, un fragmento de “Las Palabras”, parte de “Las maletas del viajero”.

"Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, en los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan, eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace. Hay muchas palabras..."

Entonces el paso a nivel se abrió y volvió aquella (añeja) frase, ligada al nombre de San Martín:

“Quien piensa como vive, no vive como piensa.”

Supe entonces, por la noche, que la frase archivada, acaso más sucinta y ligera, es algo diferente a la consagrada. Y encontré que aquella voz lejana parafraseaba a Gabriel Marcel (1889-1973), muy posterior a San Martín (1778-1850):

"Quien no vive como piensa, termina pensando como vive."


Más tarde pensé que me gusta más mi frase guardada (la incorrecta?). Que no es ni más ligera ni más sucinta sino que es distinta a la de Marcel. Es otra frase. Otra frase que invalida la posibilidad de pensar cómo se vive porque la felicidad no necesita traducirse a palabras. "La felicidad es su propio fin".

"Quien piensa como vive, no vive como piensa."

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